AULA FRANCISCO DE VITORIA HOMENAJE A J.M. MAZA «LA RESPONSABILIDAD PENAL DE LAS PERSONAS JURÍDICAS»

Este 25 de abril, en el salón de actos del Tribunal Supremo, se celebró el acto “Responsabilidad penal de las personas jurídicas”, organizado y dirigido por nuestro compañero Manuel Jaén Vallejo, dentro del programa de actividades formativas del Aula Francisco de Vitoria, de nuestra sección territorial de Madrid.

El acto fue también un homenaje a José Manuel Maza Martín, que fue experto en esta materia, entre otras muchas. Y contó con la presencia de su hijo, José Manuel.

La selección por Manuel Jaén de los intervinientes se ajustó a esta doble finalidad. Además de su altísima cualificación, todos los ponentes conocieron a José Manuel Maza y trabajaron con él, bien en la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, bien en el ámbito académico, en el que también se prodigó. Por lo tanto, todos ellos hicieron referencia especial, en ocasiones con emoción contenida, a su personalidad, además de a su evidente valía profesional. El resultado fue no sólo un conjunto de exposiciones de altísimo nivel jurídico, que cabía esperar, sino también un emotivo retrato de autoría colectiva de quien fue, a decir de todos ellos, y fundamentalmente, un hombre bueno.

Por lo tanto, en lugar de hacer un repaso individualizado de las intervenciones de cada uno de ellos, se opta aquí por separar ese retrato colectivo de la materia jurídica que se trató.

Así, en cuanto al aspecto humano de José Manuel Maza, todos resaltaron, como se dijo, su bonhomía, con testimonios propios o de referencia, como el mencionado por Julián Sánchez Melgar de la empleada que hablaba del “señor de abajo” que siempre le regalaba una mirada y una sonrisa. Antonio del Moral contó cómo el ánimo decidido del preparador de una compañera de oposición, a quien no conocía, justo antes del examen, pudo ayudarle a superar esa prueba. Todos se refirieron a su carácter abierto y permeable. Cuenta Manuel Marchena que cuando un magistrado de la sala segunda decía “hoy vengo con actitud Maza”, sus compañeros sabían que llegaba sin una opinión preconcebida, dispuesto a escuchar, escuchar y escuchar. Tras la escucha activa, Maza adquiría una opinión, que pasaba seguidamente a sostener con su habitual empeño y rigor jurídico, hasta llegar a hacer cambiar de criterio a otros compañeros. Hablaron de su utópico anhelo para una jubilación que le fue esquiva (ser guía turístico en Segovia); de su afición por el Atlético de Madrid, a la que se refirieron varios intervinientes, que apuntaron a una interesante división futbolera en la sala segunda. De su condición de ameno y prolongado conversador. En definitiva, se trazó una semblanza humana entrañable de quien muchos sólo conocimos como jurista.

Paralelamente, se trató con altura de la materia que nos convocaba. Para empezar, no todos los intervinientes se mostraron entusiastas de la responsabilidad penal de las personas jurídicas; figura de la que sí era defensor José Manuel Maza. Por el contrario, Antonio del Moral o Carlos Pérez del Valle no se mostraron favorables; Luis Rodríguez Ramos admitía ser un converso en la materia, mientras que el resto de intervinientes sí parecieron decantarse a favor.

Al margen de la opinión personal de cada uno, se suscitaron diversas críticas al actual sistema, como la exclusión de los delitos contra los derechos de los trabajadores, o de homicidio o lesiones imprudentes, del catálogo numerus clausus de los delitos que pueden ser cometidos por personas jurídicas. Luis Rodríguez Ramos propuso incluso eliminar ese numerus clausus, de modo que todo delito, salvo los que expresamente quedaran excluidos, pudieran ser cometidos por personas jurídicas. Se trató también, y en ello incidió Ana Ferrer sobre la necesidad de que la responsabilidad penal de las personas jurídicas se ajustara a las mismas exigencias del proceso justo respecto de las físicas, huyendo de responsabilidades objetivas ajenas al proceso penal: no cabe rebaja de garantías frente a las personas jurídicas. Se trató también, y en ello incidió Nicolás González-Cuéllar, sobre algunos problemas procesales, como los posibles conflictos de intereses entre las personas físicas y jurídicas (por ejemplo, posible interés de la persona jurídica en alcanzar un acuerdo con la acusación, en contra del interés de la persona física responsable del mismo delito); conflictos que, como indicó Antonio del Moral, podían extenderse al ejercicio del derecho a la última palabra. Se trató (Rodríguez Ramos) sobre la posibilidad de una responsabilidad imprudente de la persona jurídica en conjunción con una responsabilidad dolosa de la física. Se trató con extensión del compliance, o conjunto o código de buenas prácticas exigible a toda empresa para evitar la comisión de ilícitos, de modo que su transgresión pudiera valorarse como dato incriminatorio. Se planteó (Manuel Marchena) la conveniencia de aportar el compliance a la instrucción de la causa. Se planteó la posibilidad de introducir el principio de oportunidad en esta materia, evitando acusaciones contra personas jurídicas cuando ningún efecto relevante pudiera derivarse de su posible condena y, por el contrario, ello supusiera complicar en exceso el procedimiento contra quienes la exigencia de responsabilidad sí resultara eficaz. Nicolás González-Cuellar trató sobre los antecedentes medievales de la responsabilidad de las personas jurídicas, como la responsabilidad de concejos o regimientos por delitos cometidos por sus integrantes, o el proceso a la orden templaria. Y todo ello, salpicado con las opiniones de José Manuel Maza sobre cada materia tratada. Por ejemplo, la expresión “cargar con el muerto” la identificaba José Manuel Maza con la antigua costumbre de trasladar el cadáver a otro pueblo para evitar el castigo institucional que pudiera recaer sobre el municipio en que se cometió el crimen.

En definitiva, asistimos a un acto de notable y esperado nivel jurídico, con una carga emotiva que le aportó grandeza. Seguramente, para aquellos de los presentes que conocieron a José Manuel Maza fue un día inolvidable. Para los que no le conocimos, nos quedará al menos la semblanza trazada por aquéllos. Con su humor habitual, Antonio del Moral nos dijo “Con lo que nos pagáis, como para no venir”. Aun así, muchas gracias a todos ellos. Y especialmente a Manuel Jaén.