
Mi interés por la Judicatura comenzó desde niña, pues mi madre es Abogada y siempre me ha inculcado el gusto por el Derecho y la Justicia. En quinto de carrera, hice las prácticas universitarias en los Juzgados de Gijón, donde quedé especialmente impactada por la labor de los Jueces de Instrucción, así que decidí que, nada más finalizar ese curso, me pondría a buscar un preparador de Judicaturas. Ese verano, soñé varias veces con ser una más en el Juzgado, llevando mi toga con las puñetas blancas y, tras encontrar a un buen preparador – en mi caso, el que fuera Fiscal Jefe de mi localidad – comencé mi particular maratón en septiembre de 2014.
Siendo sincera, mi primer cante no fue bueno. Comencé de lunes y, ese miércoles, tenía que cantar mis dos primeros temas de Civil, ¡y yo no sabía ni qué era cantar! Había estudiado los temas un poco justitos, entre los nervios y el no saber qué esperar, así que no logré sabérmelos de carrerilla, como decía yo, y me llevé un pequeño disgusto, pues soy una persona muy competitiva y quiero dar siempre lo mejor de mí misma, al cien por cien. Pero mi preparador, comprensivo como él solo, me explicó que nadie se sabe de memoria los temas en su primer cante, más habiendo tenido solo dos días para estudiar, y que no me desanimara, que podía con ello y con más. Tanto fue así que, para el siguiente miércoles, ¡llevé preparados nueve! Uno por cada día de la semana junto con estos dos primeros que había llevado más flojos. Y lo bordé, me salió genial, lo que me motivó muchísimo para seguir adelante.
Así, continué durante un par de años. Lo que peor se me daba, sin género de dudas, era ajustarme a los doce minutos de rigor a la hora de cantar. Quería demostrar mis conocimientos en cada cante, y acababa extendiéndome siempre más de lo debido. Ciertamente, algunas veces, me extendía mucho más de lo debido. Recuerdo, en concreto, el tema de Derecho Constitucional relativo a las competencias estatales y autonómicas recogidas en nuestra Constitución, que me llevó mucho tiempo prepararlo bien en casa, sin dejarme ninguna competencia olvidada, lo que hizo que, a la hora de cantarlo, me extendiera casi dieciséis minutos. Cuando me ocurría esto era una sensación agridulce, pues no había dudas de que me sabía el tema, pero no serviría de nada si no me ajustaba al tiempo estipulado, lo que me frustraba un poco y fue realmente mi caballo de batalla durante esta carrera de fondo que es la oposición a Judicaturas.
Los siguientes dos años, me dediqué a perfeccionar mi cante y a ajustarme al tiempo estipulado, peleándome con el cronómetro, y a hacer exámenes tipo test, pues nunca se me dieron particularmente bien durante la carrera y no quería fallar en ese punto tras llevar preparados los orales.
Desde el primer momento, decidí que iba a acudir anualmente a hacer los exámenes a Valladolid pues, para mí, eran una manera de templar mis nervios de cara al examen definitivo y probarme y ver si realmente iba bien preparada. En la actualidad, no sé afirmar a ciencia cierta si eso era bueno para mí o no, pues allí me encontraba con una realidad que quizás no quería ver o creer, y era el encontrarme con distintos compañeros opositores que llevaban muchos años preparándose y que fallaban una y otra vez en el último examen y tenían que volver la convocatoria siguiente a superarlos todos, existiendo la posibilidad de que, la próxima vez, fallasen en el primero o en el segundo y fuese un año perdido. Eso me inspiró temor y, los días posteriores, no conseguía centrarme en estudiar, pues pensaba una y otra vez en las vivencias que me habían contado otros compañeros.
Finalmente, tras cuatro años de estudio diario, llegó el momento en que tomé la decisión de dejar las oposiciones. El motivo básico fue que me dejé llevar demasiado por la negatividad de las experiencias que me habían contado y no conseguí remontar, olvidándome de lo que me motivó desde el minuto uno, que era el ser Juez de Instrucción y pasear por el Juzgado con mis puñetas blancas, orgullosa de mi trabajo.
Por ese motivo, si llevas tiempo preparando estas u otras oposiciones y ves tu ánimo flaquear por culpa de las experiencias de otros, te recomiendo que deseches esos pensamientos de tu cabeza, pues no te van a traer nada bueno, y te centres en lo que te motivó desde el principio, pues nadie dijo que fuera fácil pero ahí estás tú, con todas tus horas de estudio a la espalda, luchando contra el cronómetro y los exámenes tipo test, sabiendo lo que es renunciar a todo por un sueño. Así que, recuerda: “Lo imposible solo tarda un poco más” y tú ya llevas mucho camino recorrido.
Si quieres saber qué tal me ha ido a mí, te cuento algo: tomé mi decisión en mayo de 2018 y decidí tomarme un verano sabático. Tras esto, estuve dos años trabajando en un despacho especializado en Derecho Bancario y, a partir de este mes de noviembre, me cambio de rama y de despacho, dedicándome más al Derecho Laboral, porque me encantan los retos y continuar evolucionando, sin estancarme. Mi vocación por la judicatura sigue ahí, intacta, y no pierdo la ilusión por retomarlo algún día. Mientras tanto, nos vemos en los Tribunales y, más pronto que tarde, me verás con mis puñetas blancas.
TAMARA CEBOLLADA FONSECA
ABOGADA Nº 2736 ICA GIJÓN
Estamos en redes sociales