Exmos, Ilmos., autoridades, sección territorial de Andalucía, queridos compañeros y amigos del Comité Nacional, compañeros, familia vitorina, asistentes.

Sólo un escueto pero sentido párrafo de “gracias” y de cariño a todos por vuestra presencia en la inauguración de esta trigésimo tercera asamblea. Seré breve.

Lamentamos que por motivos de “agenda”, el actual presidente del Consejo General del Poder Judicial y la Sra. ministra no puedan asistir a ninguno de nuestros actos a los que han sido invitados. Las agendas son implacables, prioritarias, encierran reuniones y actos de notable importancia  y a ellas se les debe pleitesía. Las agendas encierran un orden de prelación desconocido y voraz. Pero no se preocupen, Sr. presidente del Consejo, Sra. ministra, lo comprendemos, y, aunque sentimos su ausencia, seguro que los tendremos presentes, por lo que representan institucionalmente en nuestros debates y pensamientos. Les deseamos, no obstante, a ambos, que saquen provecho a esas agendas y, a nivel personal, lo mejor de lo mejor.

Pero vamos a lo importante y lo importante es la vida y su rostro contrario, la muerte. Hace poco tiempo han fallecido jóvenes aún nuestros Compañeros María Rogelia Torres Donaire (Geli) y José Ricardo García Pérez. Sin perjuicio del homenaje que se les hará en el momento oportuno, quiero en nombre del Comité Nacional reiterar a las secciones andaluza y valenciana, a  sus familias, nuestras condolencias y nuestro abrazo sincero, al igual que a la de todos los familiares de aquellos integrantes de la Carrera Judicial  que nos han abandonado.  En estas situaciones, como en otras muchas, las siglas no significan nada  frente al drama y  los sentimientos.

Desde Alicante y como si de un soplo de tiempo se tratara, ha transcurrido un año. Parece que fue ayer cuando, con emoción, aplaudíamos a los compañeros que desempeñan su labor en Cataluña. Lo hacíamos desde el corazón y lo hacíamos porque sabíamos que en circunstancias muy difíciles, cumplían con su trabajo. Su ejemplo ha sido guía para todos. Han demostrado que, sin estrellatos, sin alharacas, sin histrionismos, tan sólo con el apoyo de los suyos, se puede desempeñar una labor tan seria como lo es la de juzgar sin dejarse presionar por las circunstancias. Se han mostrado como jueces honrados que no se someten a dictados de condicionamientos políticos o calderas sociales y han cumplido con lo que juraron o prometieron que no era nada más ni nada menos que juzgar y hacer ejecutar lo juzgado de acuerdo a la Constitución, a la Ley y al resto del ordenamiento jurídico. Gracias, compañeros. Gracias, Jesús.

Desde Alicante ha transcurrido un año. Nos hemos encontrado de la noche a la mañana, con un cambio de gobierno. Incluso un inminente cambio de Vocales y parafraseando a García Márquez, con «La crónica de un presidente anunciado». Ello  ha supuesto un trastoque de destinatarios en nuestras peticiones comunes. Nos encontramos con una situación política convulsa y novedosa. Con una situación diferente, con un nuevo Ministerio y otros interlocutores. Sin embargo y, como si de una pesadilla se tratase, los temas esenciales de la justicia, continúan igual. No interesan, o, mejor dicho, interesa que sigan como hasta ahora. No será porque las asociaciones no estemos unidas. No será porque los fiscales, asimismo, no se adhieran. No será porque hasta el Consejo del Poder Judicial y el Consejo Fiscal que nos han apoyado a última hora, no pidan lo mismo que nosotros en varias cuestiones. No será, tampoco, porque los decanos no estén conformes con nuestras pretensiones que asumen como suyas.

En realidad, el trabajo y la táctica se han logrado por la parte que nos corresponde y se han hecho –creemos–  bien. Sigamos así.

Desde Alicante ha pasado ya un año. Las cosas de la Justicia continúan aferradas a intereses partidistas. Cada loco con su tema, que diría Serrat. Nosotros hemos trabajado para lograr la unidad en lo esencial. El edificio ya se ha cimentado. Ahora es necesaria la construcción, elevarlo de alturas, dotarlo de verdadera independencia y no sólo de nominalismos. Es la hora de demostrar que NO somos un Poder inferior o acobardado, que la responsabilidad no está reñida con exigencia. Vamos a actuar y lo debemos hacer entre todos y así debe ser, aunque sólo sea por dignidad. Vamos a actuar ante las instancias judiciales que haga falta y con los medios legales a nuestro alcance y estoy plenamente seguro, de que Francisco de Vitoria, por su coherencia, por su imparcialidad, por su honestidad, estará como lo ha venido haciendo, en cabeza de justas y antiguas reivindicaciones. Sin complejos. Calibrando las consecuencias. Pensando en el bienestar de todos. Pensando en que deseamos dejar a las nuevas generaciones de españoles, un Poder Judicial, una Justicia mejor, sin injerencias. Una Carrera donde podamos jubilarnos tranquilos con la conciencia de haber construido una sociedad más equitativa.  Una sociedad que sepa que seremos implacables con la corrupción en todas sus vertientes. Una sociedad que confíe de verdad en sus Jueces y no los tache a priori con adjetivos interesados de conservadores o progresistas. Una Carrera que intervenga realmente en su autoorganización. Una Carrera en la que los nombramientos legítimos sean lo más objetivos posible, donde las nuevas promociones ostenten la certeza necesaria para desarrollar su futuro con seguridad y antelación. Pero todo esto cuesta, no es gratis. Con charlas de pasillo, de café. Con quejas que se pierden en el aire y que no llegan a las estancias de San Bernardo, de Moncloa, de la Carrera de San Jerónimo, no es suficiente y lo sabemos.

Vamos a actuar queridos Vitorinos, de manera firme y tenaz. El lunes es otro paso más. DÉMOSLO. Acabaremos  consiguiéndolo  porque tenemos razón, la luz, está ya ahí, muy cerca y es necesario realizar los últimos esfuerzos.

Por lo que a nuestras cosas particulares y cotidianas respecta, el Comité Nacional se enorgullece de la participación masiva de vosotros en nuevas actividades asociativas, en proyectos ilusionantes que comienzan a dar sus frutos, en múltiples actividades donde los jóvenes –y  ya no tanto–, habéis puesto vuestro tiempo y conocimientos. Esa es la vía. Implicarse. Mojarse. Asumir responsabilidades en las distintas parcelas. Una asociación que aspira a ser grande, necesita de todos y cada uno. Desde el novel hasta los veteranos jubilados. NOS NECESITAMOS. No se debe desdeñar a nadie. Juntos, sumamos.

Francisco de Vitoria es respetada e incluso ya mirada con recelos en determinados sectores en los que nos honra ser recelados, y lo es porque, desde aquellos que creyeron en estos ideales hace ya treinta y tres años, hasta quienes se han asociado el último mes, han contribuido con su buen hacer y su honestidad a convertirnos en lo que hoy somos. Una asociación independiente. Sin complejos, moderna, pero con valores que permanecen inalterados. Con valores que COMBATEN y válganme las expresiones coloquiales, “compadreos”, “chanchullos”, “tejemanejes”. Con valores que de nada sirven a los “correveidile”, a los “chivatos”, a los “cortesanillos de poca monta”.  Con valores que combaten el “amiguismo interesado”, el “enchufe”, el “Aquí mando yo por ser el más chulo del barrio”.

Una gran Asociación que, sin duda, en pocos años, con absoluto respeto a las demás será la más importante en fondo y en número.

Otra Asamblea más. En tierras andaluzas esta vez. En Sevilla. En esta Híspalis dónde, y perdonadme por referencias personales, mi madre me parió un caluroso agosto, relativamente cerca de donde nos hallamos. Una Sevilla que te impregna de jazmín y azahar en primavera. De albero. De palmeras que custodian el Guadalquivir mágico, ese río que sirvió a Jorge Manrique para decirnos que la vida más tarde o temprano desemboca en la mar. Otra asamblea más, en esta Sevilla de naranjos y callejuelas, de nazarenos y Maestranzas. De filósofos anónimos, de rasgueos de guitarras. En esta ciudad Bética, debatiremos. Habrá discusión, polémica, algo de caos consustancial Vitorino. Pero al final, surgirán propuestas razonables en mejora de la justicia, de nuestras condiciones profesionales. Al final, todos brindaremos amigablemente con una copa ámbar en este noviembre andaluz, por lo mejor, por el futuro para esta gran y afortunadamente dispar familia que sabe estar unida y protegerse cuando lo requieren las circunstancias.

Olvidemos lo malo. Expulsemos la negatividad. Orillemos críticas perversas.  Vamos a respirar este aíre hispalense henchido de sur y vamos a disfrutar de estos días de compañerismo e intercambio de experiencias. Decidamos y disfrutemos, querida familia de Francisco de Vitoria. El próximo año llegará. Todo será mejor y si no es así, lo será el siguiente. Estamos seguros.

Como Portavoz, como uno más, y en nombre de todos. Un  deseo. Un pensamiento. ¡¡ARRIBA SIEMPRE ESOS CORAZONES!!.

*** Raimundo Prado, portavoz nacional AJFV.

Descargar (doc) DISCURSO INAUGURAL SEVILLA RAIMUNDO PRADO