Quizás no estemos demasiado pendientes, con todos los últimos acontecimientos que están ocurriendo en nuestro país, que este viernes 31 de enero de 2020 se despiden nuestros vecinos británicos de la enorme aventura de la Union Europea. Y claro está, se nos llevan, simbólicamente, ese maravilloso desayuno que tanto nos hace disfrutar, al menos cuando tenemos la fortuna de salir de viaje por el mundo, regalados por esos buffets de hotel y optamos por no escatimar calorías.
Ciertamente, tras dicho día, aun quedaran unos meses fundamentales en la negociación para cuadrar las consecuencias de este ‘des-madre’ en sentido literal de abandono de la madre común, Europa, Unión Europea. Por libre han decidido que les va a ir mejor. No se quieren, quizás, más cargas de las necesarias. Cada cual que cargue con su cruz, es ya frase de gran tradición y significado.
Lo cierto es que en todos los terrenos, sin duda, va a suponer perdidas para todos en cualesquiera materias, si bien yo, en mi condición y representación, me ocupa sobre todo el tema de la cooperación jurídica internacional, el enlace entre actuaciones judiciales, sujetas hasta entonces al derecho comunitario, y como va a poder enfocarse esa mutua ayuda que tanto ha significado en ese intercambio de información y actuación en pro de una justicia mas extensa y comprometida. No es buena noticia cuando se habla de pérdida en un contexto amplio, más allá de los meros intereses privativos; de concentración frente a ampliación; extensión a reducción.
Lástima de años de jurisprudencia europea, intercambiada, que tan entusiásticamente hemos vivido los juristas españoles, vaya a quedar en papel mojado o de adorno de bibliotecas jurídicas. Nuestros colegas británicos han sido y seguirán siendo grandes juristas en especial desde un aspecto del que tenemos mucho aun que aprender: el sentido práctico y la eficacia judicial. Con pocas palabras, poca retórica, procedimientos breves, grandes y seguras soluciones. Pues al margen del todopoderoso ‘precedente anglosajón’, la fe en la justicia, el respeto de las decisiones judiciales y la fortaleza del sistema, en el que los jueces y magistrados, en su dependencia de entre Dios y la Reina (God save the Queen), no se ponen en cuestión, los ciudadanos de la Commonwealth no suelen cuestionar, pues confían en la bondad y verdad de la decisión judicial. En realidad es otro mundo, el judicial anglosajón. No pega con el continental.

El primer ministro Boris Johnson firma el acuerdo de salida de la UE. Foto: ANDREW PARSONS.
Mas que nunca en este mundo global, creo que el principio de equidad y solidaridad, junto con los de justicia y aplicación del derecho por jueces íntegros, bien formados e independientes, serán pilares básicos para salvaguardar el futuro de la UE; para proseguir este viaje en compañía durante muchos años, aunque haya que arrimar un poco mas el hombro al mas necesitado.
****Miguel Ángel Casañ es magistrado y portavoz de la Comunidad Valenciana de la Asociación Judicial Francisco de Vitoria.
Fuente: valenciaplaza.com
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