Lo venimos avisando desde hace tiempo, por Natalia Velilla
Mis compañeros los jueces, esos que se levantan cada mañana para llevar a sus hijos al colegio, que compran en el supermercado del barrio y que juzgan y hacen ejecutar lo juzgado (divorcios, desahucios, anulación de cláusulas abusivas y multas, despidos improcedentes, etc.), no daban crédito el martes por la noche al espectáculo al que asistimos a propósito del Pleno de la Sala Tercera del Tribunal Supremo. Como si de la elección del Papa se tratara, millones de ojos miraban a la Plaza de la Villa de París esperando ver el color de la fumata como colofón de un Pleno convocado a posteriori por el presidente de la Sala –auspiciado por el presidente del Supremo–, en una decisión sin precedentes de nuestro Alto Tribunal. Lo extraño de la decisión de avocación, así como la división de la Sala al respecto y la duración del mismo, contribuyeron al circo mediático. Por si no era suficiente, los jueces y magistrados, junto a millones de ciudadanos, presenciamos atónitos el esperpento de que, además, dos miembros del Poder Legislativo, dos diputados, hicieran un llamamiento en redes sociales a alzarse contra miembros del Poder Judicial. Insólito. Inaudito.
Pocos hechos han sembrado tanto desánimo entre la judicatura, injustamente vilipendiada en redes sociales, tertulias y opiniones ciudadanas. Y jamás un acontecimiento relacionado con el hecho de impartir justicia ha unido tanto a los jueces en el diagnóstico: esto lo venimos avisando desde hace tiempo. Los jueces y magistrados asistimos perplejos desde hace años a cómo se eligen de forma opaca los cargos de libre designación del Poder Judicial. Salvo no pocas honrosas excepciones, presenciamos el espectáculo de ver cómo magistrados con muchos trienios, experiencia y méritos computables son orillados y ninguneados en beneficio de algunos advenedizos cuya carrera profesional está bastante alejada de los juzgados sin medios donde miles de jueces tratan de impartir justicia a diario. Lo triste de este sistema es que arroja dudas, muchas injustas, sobre todos los elegidos por el CGPJ, incluso sobre los que realmente habrían accedido igualmente a su cargo por mérito y capacidad.
La Asociación Judicial Francisco de Vitoria lleva 30 años reclamando una reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial que atribuya a los jueces y magistrados en activo la capacidad de elegir a 12 de sus 20 representantes, tal como el legislador constituyente quiso. La ciudadanía no ha entendido esta reclamación porque la reputan corporativista. El tiempo nos ha dado la razón. De esos polvos vienen estos lodos: la elección de los 20 vocales por las Cortes Generales (no los 8 a los que hace referencia la Constitución) ha ido degenerando en un juego de trileros a la vista de todos, puesto que, desde hace algunos años, ya ni siquiera disimulan. PP y PSOE están enfrentados por la memoria histórica, por los Presupuestos y por miles de asuntos más, pero no muestran fisuras a la hora de repartirse los vocales del CGPJ. ¡Ojalá España contara con ese consenso para otros asuntos que nos afectan a todos! ¿A nadie le llama la atención que los partidos que se alternan en el poder nunca discrepen en lo que se refiere a controlar al Poder Judicial? Si denunciar esto es corporativista, entonces llevaremos con orgullo tan injusta etiqueta.
Independencia
Sólo un Poder Judicial en el que los cargos discrecionales sean elegidos por mérito y capacidad, y por un órgano de gobierno compuesto –en parte– por miembros de la Carrera Judicial elegidos por sus pares, podrá tener verdadera apariencia de independencia. Con ello no se evitarán, seguramente, escándalos judiciales. El arte de dar a cada uno lo suyo, que decía Ulpiano, por naturaleza siempre dejará insatisfecha a una de las partes. Pero cuando eso suceda, en ese mundo ideal al que aspiramos los jueces y magistrados con un CGPJ que nos represente, las causas de los movimientos de opinión en contra de las sentencias serán otras, quizá más cercanas a la crítica jurídica y a la técnica legislativa. Como debe ser.
Mientras, sólo nos queda esperar a que la sociedad tome conciencia de la necesidad de cambiar el sistema de elección de los vocales del CGPJ. Seguiremos esperando.
Natalia Velilla Antolín. Miembro del Comité Nacional de la Asociación Judicial Francisco de Vitoria
Fuente: expansion.com
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