A veces, cuando tengo que enfrentar un problema en mi vida, me pregunto “¿qué haría en la misma situación Tyrion Lannister…?” claro que la respuesta suele acabar invariablemente con que alguien tiene que morir.

La muerte es algo tan recurrente en Juego de Tronos como el día de la Marmota para Bill Murray. En este Poder del Estado, todos somos Bill Murray y todos los días en este Poder administrado son nuestro particular Día de la Marmota, nuestro Stark sacrificado. Sea cual sea la pregunta que hagamos la respuesta es  invariablemente) “esto es así”, “vosotros no sabéis lo que es esto” (esta te la suelen decir con condescendencia paternalista y suele ir acompañada de un “¡cuando yo era juez como tú…!”).

Luego están las preferidas de los Ministros de Justicia: “ahora no toca”… o el famoso mantra de “lo siento, no hay dinero”. Para la Justicia nunca hay dinero. No os molestéis en rebatirlo. Da igual si estamos en un período recesivo o expansivo. Da igual si un ejército de Umpa Lumpas empieza a extraer petróleo del Golfo de Cádiz y gracias a ello todos los ciudadanos españoles nadan en la abundancia. ¡Los emiratos árabes hispánicos! Aun así, no habría dinero.

Me imagino a los jueces del Reino de Israel en el siglo X a.C., cuando le pidieron un aumento a Salomón, preocupados por la terrible inflacción del reino causada por la extracción de oro de las minas del monarca. Su poder adquisitivo en picado mientras ven cómo carros de bueyes transportan el precioso metal a espuertas  desde las minas … cómo el oro recubre las estancias del palacio… Y seguro que Salomón les contestó “no hay dinero”. O mejor, “mirad, si no es por vosotros, que me caéis bien, si es por lo mal que queda que os suba el sueldo, porque si os lo subo a vosotros… qué le voy a decir al resto”. La conversación terminaría, invariablemente, con un “oye, que súper orgulloso de vuestro trabajo. Cerrad la puerta al salir”.

Llevaba tiempo dándole vueltas a por qué era necesario esta revista. Y me he dado cuenta de que esta revista urgía, nos quemaba. La necesitábamos como agua de mayo. Porque el mundo está cambiando. Y no nos hemos dado cuenta.

La miopía de las torres de cristal es lo que tiene… Está sucediendo en todos los ámbitos de la vida, desde las empresas a las instituciones, pasando por el diseño de las ciudades, la redefinición del binomio trabajo-ocio, las estructuras sociales y laborales, la diversidad social (y sexual)… también el Derecho (¡que está vivo!). Y cómo no, la Justicia (que va tirando, pero resiste).

La generación millennial va a cambiar la Justicia. Perdón, ya la estamos cambiando. En este mismo instante, mientras lees estas líneas, ya la estamos cambiando. Es inútil resistirse. ¿Pastilla azul o roja? No elegir no es una opción.

El sistema que hemos heredado no nos convence. Nuestro sistema de valores, nuestra concepción de la vida, ya empieza a destilarse en nuestras reivindicaciones (¡Y en nuestras resoluciones!) Las estructuras sobre as que se asienta el sistema judicial están anticuadas, desfasadas y superadas. Y por eso, vamos a cambiarlo.

No quiere decir esto que vayamos a cometer un gerontocidio general, tranquilos. No olvidamos todo lo bueno que han hecho las generaciones anteriores. Los excelentes magistrados y magistradas que nos han acompañado hasta este momento y que han hecho de la Justicia española una Justicia de calidad, a pesar de todo. No somos locos millenials. Tenemos mucho que aprender y de los buenos maestros siempre se aprende. De los buenos.

Pero la Justicia necesita un cambio porque necesita nuevas respuestas y nosotros somos su motor. Ya no somos una carrera judicial formada por hombres que se llevan a cuestas a su familia y viven en las casas Juzgado. Aquel pater familias es hoy una pieza de museo que podéis ver en el Museo de Historia natural.

Hoy somos mayoritariamente una carrera femenina, que tiene que convivir con la ominosa realidad de techos de cristal precisamente en los puestos de libre designación, esos en los que la política influye más que los méritos. No, no es solo una cuestión de edad.

Hoy, somos unas promociones que no saben si ascenderán ni en qué condiciones. Que han heredado un carrera judicial colapsada que ha terminado por laminar cualquier expectativa de tener algo parecido a una “carrera”. Que ven como sus derechos estatutarios han sido postergados con improvisadas soluciones de expectativas sin solucion de continuidad. Lo que tenido que vivir las últimas promociones no le había pasado a nadie en la historia de nuestra carrera.

Nuestros mantras: profesionalidad y formación, digitalizacón real, condiciones profesionales, salud laboral, conciliación de la vida familiar y laboral y retribución adecuada a nuestra responsabilidad. Ser Juez hoy exige una responsabilidad y compromiso profesional mucho más elevado en cualquier lugar de España que el que pudo exigir en el pasado. Ser Juez exige hoy una formación de altísima calidad y una actualización constante… cualquier pueblo de España se enfrente hoy a intercambios económicos susceptibles de judicializare que hace 30 años eran impensables.

Somos una generación, además, profundamente comprometida con el desarrollo social y preocupada por el impacto de nuestras acciones en el mundo que nos rodea (2018 Deloitte Millennial Survey). Somos jueces por vocación.

Somos la generación más formada de la historia de España (y de Europa). Y a esta generación ya no le vale el clientelismo, el nepotismo o la endogamia. A esta generación ya no le valen las buenas palabras, ni las malas. Esta generación quiere un cambio.

The Change is coming…

Por G. A. Martín (Nuestro George R. R. Martin)

Descargar (pdf) JUECES – Editorial por Gustavo Andrés Martín Martín

Artículo aparecido en la Revista JUECES