ESMERALDA CASADO
Foto: ESMERALDA CASADO

ANA ESMERALDA CASADO PORTILLA nació en Madrid un 3 de mayo de 1963, y allí transcurrió toda su infancia, en el seno de una familia en la que era la pequeña de cuatro hermanos. Cursó la carrera de Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid entre los años 1982 y 1986, siendo ella y su hermana Cristina las primeras universitarias de su entorno al que define como la típica familia de clase media de aquellos años.

Orgullosa de un padre delineante y de una madre dedicada a la casa y a los hijos que le facilitaron los medios para cursar sus estudios y obtener la licenciatura, no se cansa de decir que su trayectoria, como la de muchos otros, rebate a quienes creen erróneamente en un origen privilegiado de los jueces españoles. Y fueron precisamente el mérito y la capacidad derivados del esfuerzo personal quienes la condujeron a aprobar en el mismo año el ingreso por oposición libre tanto en la Carrera Judicial como en la Carrera Fiscal, siendo por ello Fiscal en excedencia.

Tras el breve período de apenas tres meses de Escuela Judicial, tomó posesión en febrero de 1990 como titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Único de Torrelaguna (Madrid), enfrentándose al miedo y a la incertidumbre que todos hemos sufrido, en este caso incrementados por la escasa experiencia práctica y por la soledad del Juzgado único. El ascenso a la categoría de Magistrado con traslado forzoso en 1992 fue una nueva ocasión para poner a prueba el coraje que Esmeralda ha mostrado constantemente, pues su destino de ascenso fue el Juzgado de Lo Penal nº 1 de Santa Cruz de Tenerife. Así, con la repentina llegada del telegrama de ascenso y en un período de tiempo récord, se vio obligada a hacer los baúles y a cruzar el océano hasta las Islas Afortunadas, ignorando en ese momento que Tenerife se convertiría en el lugar donde iba a construir su vida profesional y también su vida familiar como madre de dos hijos que actualmente tienen 22 y 16 años.

Tal ascenso forzoso no solo dio lugar a que Esmeralda se afincase en Tenerife sino también a que su orientación profesional se encaminase al orden jurisdiccional penal ya que, permaneciendo en el Juzgado de Lo Penal hasta el año 2005, pasó a integrar primero la Sección Segunda y después la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife. Allí viene desarrollando su actividad profesional con plena dedicación y responsabilidad, lo que le ha supuesto reconocimientos tales como la Cruz al Mérito Policial con distintivo blanco, y la confianza de instituciones como el Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife con el que colabora impartiendo clases de Derecho Penal en la Escuela de Práctica Jurídica, así como de Derecho Procesal Penal en el Máster para la Abogacía.

La decisión de Esmeralda de formar parte de una asociación profesional de jueces fue casi inmediata a la toma de posesión en su primer destino, escogiendo, por supuesto, asociarse a Francisco de Vitoria. Así pasó a formar parte de la Sección Territorial de Madrid en la que rápidamente mostró su voluntad de compromiso llegando a ser portavoz territorial durante un breve período de tiempo que finalizó con el traslado a Canarias. Una vez allí, se integró rápidamente en la Sección Territorial de Canarias, y posteriormente tras su división en dos secciones, en la de Santa Cruz de Tenerife donde hasta la fecha ha venido desempeñando un papel muy activo.

El compromiso y la capacidad de enfrentar retos de Esmeralda son bien conocidos tanto en su Sección territorial como en toda la Asociación Francisco de Vitoria, siendo una de las personas sin duda más conocidas de la sección tinerfeña. Tal empuje y valentía le llevaron a dar el paso de presentarse como candidata al Comité Nacional que se renovaba en la Asamblea de Zaragoza en 2013 y allí obtuvo la confianza de los asociados, pasando a integrar dicho Comité hasta 2015, volviendo a ser elegida en la Asamblea de Bilbao y desempeñando su función como miembro del Comité Nacional hasta noviembre de 2017, dándose además la circunstancia de haber sido la única mujer integrante de este último Comité Nacional.

Aficionada a la natación, lectora compulsiva, y amiga de aprovechar el buen clima canario para disfrutar del sol y de la playa, Esmeralda es una mujer con muy buen criterio pues, tal y como ella misma nos dice, su principal afición es compartir mantel, buen vino, una charla tranquila y unas risas con sus amigos.

Puede decirse, por tanto, que Esmeralda, dedicada con seriedad y rigor a su profesión, comprometida y activa en su actividad asociativa, y amante de disfrutar plenamente de su familia y de sus amigos y de extraer a la vida todo lo ésta pueda ofrecerle, representa a la perfección lo que venimos llamando “el espíritu vitorino”.

PREGUNTA: ¿Por qué motivo decidiste asociarte? ¿Y por qué a AJFV?

Todos los que hasta ahora han participado en esta sección han venido señalando los grandes motivos, las grandes razones para asociarse y por qué lo hicieron a Francisco de Vitoria. Evidentemente tengo que mostrarme de acuerdo con ellos, pero me gustaría hacer mención a una motivación, si queremos llamarla “más egoísta, más íntima”, que fue la de paliar la soledad y la inmensa responsabilidad que padecen el  juez o la jueza jóvenes tras su toma de posesión. No hay más que ponerse en situación; tener poco más de 25 años, acabar de ganar de una oposición, poseer muchos conocimientos, ninguna experiencia y ser destinado a un pequeño pueblo, con uno o dos compañeros en similares condiciones o, como fue mi caso, sin compañero alguno pues se trataba de un juzgado único. Allí te encuentras, de pronto, con la responsabilidad de tener que resolver problemas cuya respuesta no se encuentra en las leyes de enjuiciamiento o en los códigos, tampoco en los manuales, cuestiones a veces no estrictamente jurídicas sino de organización, de funcionamiento, relacionadas con los medios materiales y los recursos humanos. Es muy importante en esos momentos sentirse acompañada, sentirse, como dice nuestro actual Portavoz, integrada en una gran familia, y eso es Francisco de Vitoria para mí, una gran  familia.

Todavía sonrío cuando recuerdo el impacto que me causó la asistencia a mi primera Asamblea, que fue la de Bayona, creo recordar que en 1990 (la prehistoria para algunos). Al regresar contaba y no acababa, allí había compartido debates, conclusiones, y también comidas y bailes con grandes del Derecho, con aquellas personas a quienes leía a diario y en cuyos conocimientos se inspiraban mis resoluciones. Descubrí que todos teníamos las mismas inquietudes, los mismos problemas y, lo más importante, descubrí la gran humanidad, la sencillez y la generosidad de todos ellos al regalarme su experiencia.

Sí, el asociacionismo pretende la defensa de la independencia judicial, la mejora de las condiciones laborales y el logro de grandes metas con mayúsculas, y en el camino consigue la unión de personas, de profesionales responsables. Por eso, desde aquí, animo a todos los que se encuentren bajo el manto de esa tremenda “soledad responsable” a que nos conozcan y decidan unirse a nosotros. Entiendo que no es bueno que el juez esté solo.

PREGUNTA: ¿Crees que existe un “espíritu vitorino”? ¿Cómo lo definirías?

Claro que existe un “espíritu vitorino” y es precisamente ese espíritu de gran familia. Somos nada más y nada menos que un grupo de profesionales responsables que no actúan para su gloria personal sino en defensa de los intereses de toda la Carrera. Nosotros no hacemos política, no intentamos colocar a nuestros peones en el tablero sino simplemente jugar la partida con honradez .

PREGUNTA: ¿Cómo ves el asociacionismo judicial en España? ¿Y la situación actual de AJFV?

En mi opinión, el asociacionismo judicial está viviendo uno de sus mejores momentos, por fin hemos entendido que son más las cuestiones que nos unen, a las cuatro asociaciones y a la Carrera Judicial en general, que aquellas que nos separan y que solo desde esta unidad conseguiremos hacer llegar al resto de los poderes públicos y a la sociedad nuestras reivindicaciones.

En concreto Francisco de Vitoria ha entendido este mensaje y lo transmite, de ahí el importante aumento en número de asociados de los últimos años y el espíritu joven y renovado que se puede sentir.

PREGUNTA: ¿Existe un verdadero respeto a la independencia judicial? ¿Qué sería necesario para que mejorasen los niveles de independencia judicial?

Creo firmemente en la independencia judicial. Además en mis 27 años en la Carrera puedo decir que nunca me he sentido inquietada en ese aspecto, pero también es verdad que  existen dos niveles o perspectivas del concepto, el personal y el institucional. Es desde este segundo nivel desde el que se deben emprender las reformas. Resulta muy importante la percepción que pueda tener la sociedad de la independencia judicial y por ello resulta imprescindible que alejemos, de una vez por todas, cualquier sospecha o viso de injerencia de otros poderes del Estado en el Poder Judicial.

Todos conocemos las soluciones a este problema y todas ellas pasan por el nombramiento de los vocales del Consejo General del Poder Judicial por parte de los propios jueces. Por lo general los partidos políticos incluyen esta propuesta en sus programas electorales, pero posteriormente, cuando de gobernar se trata, dan un clamoroso paso atrás.

PREGUNTA: Esmeralda, acabas de finalizar una etapa de cuatro años como miembro del Comité Nacional. ¿Qué ha supuesto para ti esta experiencia?

Ha sido una experiencia maravillosa, muy enriquecedora, iba a calificarla de irrepetible, pero no, porque no descarto volver (es una amenaza).

Sentirme integrada en un grupo de nueve personas, en el que cada uno aportaba sus conocimientos y se ofrecía de una forma desinteresada a participar en reuniones, encuentros, realizar informes o redactar comunicados, y todo ello en un  clima de absoluta  camaradería y mucha, mucha alegría, ha sido para mí un auténtico placer. Ser útil es muy gratificante.

PREGUNTA: En estos dos últimos años has sido la única mujer integrante del Comité Nacional. ¿Has echado de menos una mayor presencia femenina en el Comité? ¿Consideras que este desequilibrio ha generado alguna disfunción?

En ningún momento. Estuve acompañada de ocho personas muy inteligentes, ello creo que responde a la pregunta sin necesidad de mayor argumentación.

Como antes decía, durante estos años he sentido que éramos nueve personas trabajando conjuntamente, no ocho hombres y una mujer. Cuando de aportar se trata no existe el género, existen la capacidad, la inteligencia, la aptitud y la actitud.

PREGUNTA: Tu carrera profesional se ha orientado claramente hacia el orden jurisdiccional penal. ¿Qué reformas consideras urgentes y necesarias para dotar a dicho orden penal de una capacidad de respuesta eficaz?

Opino que, además de algunas reformas en materia procesal que agilicen el procedimiento, pero de verdad, y no como lo ha pretendido el artículo 324 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, la mejora de la jurisdicción penal pasa necesariamente por la dotación de  medios materiales y el incremento de los recursos humanos.

Todos los que ejercemos a diario la jurisdicción penal vivimos situaciones casi cómicas como consecuencia de los medios técnicos que se nos suministran. Videoconferencias que no se ven o no se oyen (solo a veces se produce el milagro de la imagen y el sonido simultáneos), programas informáticos que, de forma incomprensible o como si guardaran el secreto del Santo Grial, nos niegan información que necesitamos, por ejemplo, nos impiden conocer los procedimientos que se siguen contra un investigado en órganos judiciales incluso de nuestra propia provincia (para qué hablar si se trata de obtener datos a nivel nacional). Es difícil presenciar, sin sonreír, un juicio oral con varios acusados de distintas nacionalidades y uno o varios peritos traductores que ejercen su pericia “al oído”, cual feligrés y confesor.

En resumen, la mejora de la jurisdicción penal no puede hacerse a “coste cero”. Los instrumentos legales con los que contamos podríamos decir que son mejorables, pero definitivamente es en el incremento de recursos humanos y en la mejora de los medios materiales donde debe realizarse la inversión.

PREGUNTA: El orden penal nos pone en contacto con realidades muy duras y con personas potencialmente peligrosas. ¿Has sentido alguna vez inquietud o temor en relación con el ejercicio de tu función? ¿Ha llegado a afectar a tu vida personal?

Efectivamente, el orden penal nos pone en contacto, en unas ocasiones, con personas potencialmente peligrosas, y en otras con personas realmente peligrosas. Puedo decir que he sentido en mi propia piel esta sensación de peligro, diría más, de temor. Los que me conocen saben que he tenido que batallar con este tema durante años pues fui amenazada no solo en mi persona sino, lo que es más importante, en las de mis hijos. Se pasa realmente mal, vivir con escolta no es fácil, limita tu vida personal y familiar. Esta fue una de las muchas ocasiones en las que sentí el apoyo de mi familia vitorina. En todas y cada una de las reuniones y encuentros de los últimos años, nuestro portavoz Raimundo Prado y el resto de los miembros del Comité Nacional, se han interesado y demostrado su honda y sincera preocupación por la situación. Desde aquí quisiera darles mi más sincero agradecimiento.

Sin embargo, a la pregunta de si ello ha afectado al ejercicio de mi función judicial, la respuesta es “un rotundo no”. Tal vez sea consecuencia de la bipolaridad que padecemos algunos seres humanos, pero me tengo por una persona valiente en el ámbito profesional aunque, en algunas ocasiones, no tanto en el personal.

PREGUNTA: ¿Podrías describirnos tu experiencia en un órgano colegiado? ¿Cómo se desarrolla la convivencia cotidiana con los compañeros de sección? ¿Existe una dimensión personal y humana por debajo de la estrictamente profesional?

Mi experiencia es francamente buena. Estoy con tres auténticos profesionales y excelentes personas.

Sé que pertenecer a un órgano colegiado no siempre es fácil. A ninguno se nos escapa que la personalidad, la profesionalidad incluso la dedicación de cada uno de los integrantes del mismo son factores que pueden dificultar el entendimiento, sin embargo siempre que existan generosidad, y capacidad para escuchar y entender a tus compañeros, la labor no presenta mayores problemas. Pertenecer a un órgano colegiado tiene además el aliciente del enriquecimiento, no solo a nivel profesional, pues es más amplio el conjunto de temas que se abordan, sino a nivel personal, por el conocimiento y punto de vista que te aportan tus colegas.

PREGUNTA: Pese a tu origen madrileño, gran parte de tu vida se ha desarrollado en Tenerife. ¿Cómo se vive la insularidad tanto en lo personal como en lo profesional? ¿Y la gran distancia geográfica con la Península? ¿Tiene el juez canario unas específicas necesidades a nivel de licencias, permisos, vacaciones, asistencia a cursos formativos?

Siempre que algún amigo me hace esta pregunta contesto que Canarias no solo está muy lejos geográficamente (de pequeños nos engañaban cuando situaban las islas en el recuadro de la derecha del mapa) sino también económicamente y ello a pesar del actual abaratamiento de precios del que disfrutamos gracias al guiño democrático de la grandeza de un voto…

La distancia hace que muchas veces sea complicado asistir por ejemplo a reuniones si se organizan con poco tiempo pues hay que conjugar varios aspectos; los laborales, la diferencia horaria , los vuelos, etc… De hecho, durante los años que he estado en el Comité Nacional de Francisco de Vitoria esto ha supuesto para mí un hándicap.

Personalmente me compensa vivir en Canarias, donde he encontrado mi hogar, pues aquí todo es amable, desde el clima hasta su gente. Sin embargo, hay que reconocer que nada es perfecto, y los paraísos también tienen sus servidumbres. En lo que respecta a cursos, licencias, vacaciones y permisos, efectivamente existen necesidades específicas, pero se encuentran resueltas pues contamos con la posibilidad de acumulación de permisos y así se logra la conciliación de la vida laboral y la familiar ya que muchos de nosotros, aunque seamos canarios de espíritu no lo somos de origen.

 

Entrevista realizada por Eduardo López Causapé y Beatriz Muñoz Yangüela.