Foto: Lorenzo del Río Fernández

Lorenzo del Río Fernández (Jódar, Jaén; 1956) nació en el seno de una familia “judicializada” en el buen sentido del término. Su padre, Juan del Río, juez de profesión, marcó la vocación de Lorenzo y su hermana, también magistrada y vitorina. Se licenció en Derecho por la UNED y opositó a judicatura inmediatamente, aprobando en el año 1980. Su primer destino fue el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 1 de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), desde donde ascendió a la categoría de Magistrado al Juzgado de Instrucción nº 4 de Las Palmas de Gran Canaria. Estuvo poco tiempo allí, puesto que en octubre de 1983 concursó a la Audiencia Provincial de Cádiz, en la que su padre había sido también Magistrado. De hecho, se encuentra muy vinculado a esta ciudad, donde ha ejercido durante más de 25 años y es habitual verle en cuanto sus obligaciones profesionales se lo permiten, ya que allí vive casi toda su familia y conserva buenos amigos. Llegó a ser Presidente de la Sección Segunda de esta Audiencia entre 1988 y 1998, pero en este último año fue nombrado Presidente de la Audiencia Provincial de Cádiz, puesto que ostentó hasta que en 2010 fue nombrado Presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Ceuta y Melilla.

Padre de tres hijos y casado con su “novia de toda la vida”, Lorenzo del Río ha compaginado su actividad profesional con el ejercicio de la docencia desde el año 1990 al año 2005 como profesor asociado a tiempo parcial de Derecho Penal en la Universidad de Cádiz y de Derecho Penitenciario en el Instituto de Criminología de la misma. Ha sido Coordinador Territorial del Servicio de Formación Continua de la Escuela Judicial y participado en numerosas actividades de formación, así como en varias comisiones mixtas creadas a nivel autonómico y nacional para las reformas procesales y modernización de la Oficina Judicial, coordinación y cooperación con la Junta de Andalucía, Libro blanco de la justicia, Modernización de Audiencias Provinciales, Foro de Estudios sobre Carrera Judicial. También ha colaborado con la Agencia Española de Cooperación Internacional en la formación de Jueces Hispanoamericanos y con AECID y la Fundación Aequitas en Jornadas sobre Derechos de las Personas con Discapacidad.

Pese a los cargos de responsabilidad que ha desempeñado, su trabajo ha estado presidido por la discreción y la ausencia de polémica. De talante moderado y conciliador, quienes lo conocen destacan su actitud dialogante y su cercanía. Esta moderación le ha permitido mantenerse en el cargo de Presidente del TSJ de Andalucía, gracias a la votación favorable de “progresistas” y “conservadores”, habiendo sido reelegido por unanimidad para un segundo mandato.

Lorenzo del Río fue en su día portavoz de la Asociación de Jueces y Magistrados Francisco de Vitoria.

Como Presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, en sus discursos ha repetido que la justicia sea tratada como «una cuestión de Estado», apostando por una mejor organización de los recursos personales y materiales bajo el criterio de “optimización” y formas colegiadas de trabajo.

Sus relaciones con la Junta de Andalucía pueden calificarse durante estos años como estables, debido, sin duda, a su carácter conciliador y discreto y a su ausencia de adscripción política a unos u otros grupos parlamentarios.

Del Río está considerado un buen penalista, colaborador en Revistas y Publicaciones jurídicas. Ha dirigido cursos y tiene numerosas publicaciones sobre diversas materias: Independencia Judicial y Poder Político, Justicia y Medios de Comunicación, Medio ambiente, Derecho y Personas con Discapacidad, Violencia de Género, Mediación, Principios del Proceso Penal, Tribunal de Jurado, Ley Penal del menor, Victimología, Participación por omisión, Delitos contra la salud pública, Delitos contra la seguridad vial, Medicina defensiva y nuevas tecnologías, Delito fiscal, Falsedades documentales, Derecho Penitenciario, Extranjería, Responsabilidad en accidentes de trabajo, Donación y Trasplantes de órganos, Delitos contra la Administración de Justicia, Autoría en organizaciones complejas, Delito de Amenazas, Atenuantes por analogía, etc.

Entre sus aficiones deportivas se encuentra la práctica del tenis desde muy joven, si bien lo dejó hace años por una lesión; desde entonces procura pasear y, de vez en cuando, un poco de “running, eso sí con moderación y acompañado de buena música.

PREGUNTA: Lorenzo, ¿Cómo definirías la AJFV?

LORENZO DEL RÍO: Poco puedo añadir a los estatutos y documentos fundacionales, donde se recogen ideas y fines esenciales para una asociación judicial. Es una asociación que ha crecido enormemente en los últimos años, sin duda por el hecho de estar alejada de los dos polos ideológicos predominantes en nuestro país. Quizás esa sea su definición, ser una asociación estrictamente profesional.

PREGUNTA: ¿Crees que existe el “espíritu vitorino”? ¿En qué consiste?

LORENZO DEL RÍO: A mi juicio existe, y en esa línea intentamos ejercer cuando tenía responsabilidades asociativas: no ser correa de transmisión de un partido político ni alinearse con ninguna corriente dominante, luchar por un Poder Judicial independiente, como garantía de imparcialidad para los ciudadanos, ser crítico por igual con unos y otros, no considerarse dogmático ni sectario, compartir que la opinión de una Asociación Judicial es el fruto del diálogo. Y, por qué no, celebrar Jornadas por distintos puntos de España, compartir inquietudes y experiencias.

PREGUNTA: ¿Qué recuerdas de tu etapa en el Comité Nacional?

LORENZO DEL RÍO: Tengo muchos recuerdos, todos intensos, aunque de distinto significado, como es lógico. No olvidaré el gran espíritu de trabajo de los miembros del Comité, las jornadas maratonianas y el sinfín de correos electrónicos, en horas intempestivas, noches y fines de semana, para consensuar comunicados y actuaciones. En ese entorno, como en todo tipo de reuniones asociativas, fueron gratificantes los momentos de ocio, charla, risas.

No se me olvidan algunos duros momentos de la Asamblea de Gijón, las frustrantes y reiteradas reuniones para conseguir la necesaria y ansiada unidad asociativa, las dificultades de todo tipo ante una de las situaciones más difíciles y trascendentales para la Carrera judicial en 2008 en búsqueda de la mejora profesional y del funcionamiento de la justicia, cuando la opinión pública entendía razonables muchas reclamaciones y estaba pendiente de reuniones ministeriales, juntas de jueces, etc., que exigía, a mi juicio, aparcar intereses particulares, de tipo asociativo o personal, anteponiendo a cualquier otra consideración el interés común de los jueces, que no es otro que la mejora del funcionamiento de la justicia.

Ahora bien, al margen de ello, tuve la oportunidad de conocer magníficas personas y compañeros de todo el territorio nacional, siempre en mi recuerdo, y que da mucha alegría reencontrar, aunque no tan a menudo como sería mi deseo.

También me acompaña un recuerdo anecdótico: los momentos previos a reuniones y ponencias en Asambleas o Congresos, ya que siempre tenía nerviosismo e inquietud a que estuviera demasiado vacío el auditorio, si bien se convertía en injustificado, porque luego se conseguía una «correcta asistencia y presencia de público».

PREGUNTA: ¿Cómo ves el asociacionismo judicial en España?

LOREZNO DEL RÍO: Complicado, no conseguimos ilusionar a casi la mitad de la carrera, no conseguimos unir puentes en un colectivo que tiene muchos puntos en común y reivindicaciones muy parecidas para mejorar una profesión de servicio público. Siempre entendí prioritario el logro de la unidad asociativa, ya que una judicatura cohesionada favorece los objetivos de mejora de la profesión y de las legítimas expectativas del colectivo, al tiempo que tiene mejor proyección entre los ciudadanos.

Nos falta cohesión institucional y ofrecer una imagen unitaria frente a la sociedad y las demás instituciones con responsabilidades en la Administración de Justicia.

PREGUNTA: Como Presidente del TSJA no dudas en poner de manifiesto en todos tus discursos las grandes deficiencias con las que se encuentran los jueces y magistrados de Andalucía, la Comunidad Autónoma con mayor índice de litigiosidad de España. ¿Crees fundamental la creación de nuevos juzgados?

LORENZO DEL RÍO: En efecto, Andalucía se sitúa, año tras año, a la cabeza de la litigiosidad en España. Esto provoca que los problemas habituales en la Administración de Justicia se agraven aún más en nuestra Comunidad Autónoma. He defendido en muchas ocasiones que más que crear Juzgados sería bueno crear plazas judiciales en una nueva organización judicial que lleve a un sistema de justicia más ágil y eficaz. Esto exigiría no dilatar más tiempo una organización de trabajo colegiado y compartido, que permita la mejor gestión y aprovechamiento de los actuales recursos, así como una mayor uniformidad procesal y de respuesta jurídica.

PREGUNTA: ¿Qué particularidades tiene la Comunidad Autónoma Andaluza en materia de administración de Justicia?

LORENZO DEL RÍO: Cabría destacar la gran extensión del territorio y el elevado número de órganos judiciales, así como las características y diversidad de la Comunidad Autónoma, con muchos kilómetros de costa y grandes poblaciones fluctuantes en la misma. Al no haberse producido ninguna reforma organizativa durante años, seguimos entre los sistemas con mayor dispersión organizativa-territorial y número de órganos jurisdiccionales, a diferencia de la concentración propia de otros Estados europeos. Andalucía, en concreto, tiene 85 partidos judiciales con un total de 671 órganos jurisdiccionales. Y tenemos 687 Juzgados de Paz, que necesitan una reflexión aparte…

PREGUNTA: Siempre has apostado por mejorar la organización de los recursos existentes. ¿Qué reformas –que no necesariamente implican un aumento de gasto significativo­- consideras que se podrían emprender para mejorar la administración de Justicia?

LORENZO DEL RÍO: La implantación del principio de colegiación en el funcionamiento de los órganos judiciales es, a mi juicio, la primera y más necesaria medida, si queremos cambiar el rumbo actual y dar un paso cualitativo de cara a una nueva organización que consiga optimizar los recursos humanos y materiales, racionalizar los métodos y cargas de trabajo, y permitir la asignación de efectivos en función de necesidades concretas.

La clave del éxito de cualquier organización es su permanente capacidad de adaptación a los cambios del entorno. Y nadie puede negar que nuestra organización judicial se encuentra claramente desfasada, por lo que insisto en la importancia de la concentración y formas colegiadas de trabajo, que rompan con tantos compartimentos estancos.

La apuesta por este modelo organizativo, imprescindible a mi juicio, supone evidentes ventajas: da mejor respuesta a la correcta distribución de cargas de trabajo al hacerse en un marco organizativo homogéneo, permite compartir recursos e información, al tiempo que reducir costes, duplicidades y tiempo, evita muchas de las distorsiones que hoy tenemos e introduce mayor flexibilidad interna para atender situaciones coyunturales de bolsas de asuntos. Asimismo, potencia la especialización, la previsibilidad de respuestas y, consiguientemente, la seguridad jurídica. Además, pienso que la colegiación potenciaría nuestra unidad como colectivo tanto internamente como frente al resto de instituciones.

PREGUNTA: Como reconocido penalista, ¿Qué reformas del proceso penal consideras que podrían mejorar la lucha contra el delito?

LORENZO DEL RÍO: Los procedimientos penales suponen cuantitativamente la mayor carga de trabajo judicial, en concreto el 64% del total de asuntos registrados durante 2016 en la Comunidad Autónoma de Andalucía. Es, por tanto, una necesidad imperiosa abordar esa  litigiosidad y acortar los plazos procesales. Un número muy significativo de los procedimientos penales podrían tratarse como juicios rápidos y quedar listos en pocos días para su enjuiciamiento.

He insistido en múltiples intervenciones sobre la necesidad inmediata de introducir reformas procesales en el orden jurisdiccional penal, ámbito especialmente sensible y  con dilaciones palpables, articulando medidas efectivas y prontas para agilizar los procedimientos y  evitar dilaciones  indebidas. Como penalista, reclamo un modelo de proceso penal moderno, superando el ya caduco que todavía nos rige, obsesionado con la escritura, con los procedimientos escritos, donde se duplican declaraciones y diligencias (preprocesales, policiales y judiciales), se potencian los recursos, alargando la instrucción sumarial en demérito de la fase de juicio oral. Debemos conseguir que el procedimiento abreviado sea realmente eso, abreviado, y mejorar el mecanismo de las conformidades. Hay que agilizar la instrucción, que las partes se conciencien de ello, y hacer mejor uso de las herramientas procesales. Hay que asegurar la pronta ayuda y refuerzo al juez en la instrucción de temas complejos, donde se dilatan tanto los informes policiales, periciales, patrimoniales, etc. En el actual contexto, convendrían pequeñas reformas legislativas de inmediato, aunque lo ideal sería una apuesta definitiva por un nuevo modelo de proceso penal que, a su vez, establezca una clara línea divisoria entre las funciones de investigación y enjuiciamiento.

PREGUNTA: ¿Cuál es tu percepción de la situación de la Carrera Judicial en España?

LORENZO DEL RÍO: Hay una sensación de agotamiento que no puedo desconocer ni ocultar. Y el actual contexto no lo pone fácil: sobrecarga de trabajo, falta de reformas y de aumento de plazas y/o refuerzos, deficientes infraestructuras, etc., lo que dificulta la consecución de la excelencia en el ejercicio de nuestra función, pero ello no debe conllevar que el desánimo, la indiferencia, o la apatía se instalen por encima de nuestra función de servicio público con la mayor dedicación y eficacia posible.

Es cierto que la falta de atención a nuestras justas reivindicaciones en materia de carga de trabajo, prevención de riesgos laborales, mejora de nuestras condiciones de trabajo y retributivas, etc. tampoco contribuye a mejorar nuestro estado de ánimo, que puede percibirse ya como de notorio desánimo, agravado por la cada vez más difícil promoción profesional, al ser en estos momentos prácticamente plana nuestra Carrera.

Pese a todo ello, sin querer silenciar nuestras imperfecciones, que pueden corregirse con un mayor grado de implicación personal y atención, debo destacar al colectivo judicial en su conjunto, que no ha bajado la guardia en cuanto al compromiso adquirido con la sociedad. Y pienso que debemos poner en valor la labor realizada a diario por los jueces y Magistrados, pese a que las condiciones en que desarrollamos nuestro trabajo son ciertamente mejorables. Es más, cuando se hacen estudios sobre la justicia siempre salen dos cosas, que es lenta pero también que hay confianza en los jueces; y eso es importante: tenemos una justicia mejorable con unos buenos jueces.

PREGUNTA: ¿Qué consideras imprescindible para mejorar la imagen de la independencia judicial en España?

LORENZO DEL RÍO: Creo que los ciudadanos son conscientes de la importancia de contar con jueces independientes, imparciales, rigurosamente sometidos al principio de legalidad. Y entiendo que siguen confiando en que la mayoría de los jueces desempeñan su trabajo día a día, en mejores o peores condiciones, sin más estímulo que su compromiso y exigencia constitucional. No se entiende, en otro caso, la tasa de litigiosidad y la constante llamada de los ciudadanos a lo que decidan los tribunales.

Ahora bien, esta impresión convive con otra de signo muy diverso, que se refleja en las encuestas sobre el descrédito de la justicia. Ya sea por la trascendencia mediática de ciertas resoluciones extrañas, llamativas o simplemente mal entendidas; ya sea por la impresión de politización de la cúpula de gobierno judicial; ya sea por experiencias negativas en su contacto con procesos judiciales; o también, por qué no decirlo, por el inadecuado tratamiento que, con demasiada frecuencia, se da en los medios de comunicación a los asuntos que tienen que ver con la justicia, lo cierto es que parte de la ciudadanía está cayendo en cierta desazón y no confiar “ni siquiera” en los jueces, lo que es particularmente grave, porque una sociedad que no confía en sus jueces termina no creyendo en el conjunto del sistema.

Tenemos que trabajar sobre muchos aspectos: romper esa posible imagen de adscripción política o partidista, sea individual, asociativa o de responsables institucionales, mejorar nuestra comunicación judicial, transmitir decisiones bien motivadas y de calidad, trato cercano y respetuoso con ciudadanos y profesionales, etc.